A continuación contemplé nuestra meta... no me lo podía creer... había vuelto a volver...
Aquel sitio maldito, aquel sitio hipócrita, casa de egocéntricos de mierda; cuyo único objetivo era conseguir más riquezas.
Era una de las pocas ciudades, de la época pasada, que aun estaba en pie, y era también la sede central del mundo. Todo y casi todas las cosas que ocurrían en la tierra, salía de las cabezas pensantes de aquel lugar.
El mundo se había desmoronado con la III Guerra Mundial, fue terriblemente cruenta y como era de esperar la ganaron los que tenían las armas más poderosas. Solo había bastado el uso de varias bombas nucleares para que la guerra acabara precipitadamente. Después de la guerra, las consecuencias fueron peores y los humanos fuimos obligados a vivir bajo tierra, simplemente porque el aire estaba contaminado. Poco después, fuimos sobreviviendo y saliendo de nuevo a la superficie, gracias a la ciencia, que solucionó, en gran medida, lo de la contaminación. Pero el mundo que conocíamos ya no era igual. Estaba todo devastado, hacía más calor de lo normal, los animales estaban casi extintos, las plantas ya no florecían, e incluso los niños que nacían no eran normales.
Lo peor de todo fue, que los ganadores de la guerra, poderosos ricachones, se hicieron con el control. Nadie sabía quienes eran, para evitar atentados. Hablaban al pueblo a través de representantes, que morían, misteriosamente. Comenzaron a reconstruir las principales ciudades y construir otras muchas nuevas. Todas regidas por unas estrictas leyes que acabaron con el significado de la palabra "libertad"
La única opción que le quedaba a la gente era huir de las fortificadas ciudades, donde eran tratados como esclavos y matados a la más mínima. Pero eso era casi imposible, ya que los seguidores de "los poderosos" (así le llamábamos a los que tenían el control) se contaban en miles, y básicamente se podían definir como la "guardia real". Contaban con lo último en tecnología y además corría el rumor, de que secuestraban a científicos y los ponían a trabajar en aprovechar la contaminación y realizar experimentos con los esclavos. Y ahora que había conocido a un "beast" en persona, aquel rumor tenía más sentido que nunca.
Si conseguías escapar de las ciudades, lo único que te quedaba era vagar por desiertos con aire contaminado, intentando buscar un refugio bajo tierra, los cuales estaban todos controlados, por medio de una inmensa red subterránea, creada en la época bajo tierra.
Entonces ¿qué le quedaba a la gente? O bien seguir sin rechistar el régimen, o unirse a los renegados del sistema, entre ellos, yo. Pero claro, para sobrevivir en nuestro bando había que tener muchas agallas, que no todo el mundo tenía. Eramos pocos pero cada vez crecíamos más. Lo malo es que a medida que crecíamos, también moríamos o eramos ejecutados por "los poderosos"; que nos tenían en una lista negra y en su punto de mira. Eramos una espina clavada, que podía dar mucha guerra. Así que debía de ser arrancada rápidamente.
Así pues mi situación acababa de dar un claro giro, y bastante brusco. Yo era un renegado, odiaba aquella situación y cuando pude escapar, lo primero que hice fue ocultarme y tratar de pasar desapercibido... ahora nuevamente capturado, seguía vivo por que necesitaban algo de mí, cuando lo obtuvieran, sería liquidado.
Habíamos aterrizado en medio de un desierto, que estaba vallado, improvisadamente por unas estacas y unos alambres de espinos. Una vez pasada la valla, se podía divisar al fondo unas edificaciones, fuertemente fortificadas por un muro de hormigón. La ciudad se perdía al fondo, con veladuras amarillas, creadas por el viento y la tierra. Y parecía que un haz de luz blanca la rodeaba, como si el sol la iluminara concienzudamente. Sin duda, era Asus City, la ciudad de la que había logrado escapar la última vez y la más peligrosa e importante de todas. Era una pesadilla tener que volver allí y más sabiendo que no volvería a salir nunca.
-¡Señor! Esta parte esta libre de contaminación, podemos avanzar sin miedo... -dijo de repente un soldado.
Después de aquel comentario, vi como otro helicóptero, aterrizaba con una jaula enorme. Sin duda allí viajaba la bestia, que le había arrancado la cabeza de cuajo, a mi traicionero amigo John. De repente me empujaron, obligándome a andar, con dirección hacia la ciudad. Los soldados se replegaron y avanzaron todos junto a mí. Yo seguía atado y era inútil huir ya que me pegarían un tiro rápidamente, en un sitio tan despejado.
Mis pies desnudos, se hundían con facilidad, en la arena, que estaba tremendamente caliente, por ello iba dando saltos y zancadas rápidas. Después de una larga caminata, llegamos al portón de acero que taponaba la gran entrada de la muralla de la ciudad. A través de un megáfono, nos dieron permiso para entrar.
A partir de aquel momento mi libertad se había extinguido por completo...
...CONTINUARÁ...
Nota: Ilustración By Elías
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