domingo, 3 de agosto de 2008

Historia incompleta #3 Opciones

...-¡Al fin te hemos encontrado! -sin salir de mi asombro el tipo dijo aquello-. Gracias a ese desgraciado hemos dado contigo.

¿Conmigo? ¿Qué es lo que querían de mí?...

Mi cabeza aun absorta en esa pregunta, hacía que mi mirada se perdiera aun más en aquel peludo bicho, que me miraba con los ojos inyectados en sangre.

De modo que recapitulemos. Hace unos minutos, la única persona en la que confiaba, y yo, estábamos ocultos en un antro de mil demonios, intentando pasar desapercibidos en el tiempo. Nuestra humilde tranquilidad fue rota en un intenso minuto en el que, mi compañero John, se lamentaba de lo que había echo y perdía la cabeza literalmente, de manera atroz, a manos de un "beast" salvaje; la consecuencia de aquello fue, impregnación de sangre por todas partes, incluido un servidor, y la presentación de un grupo de soldados, con aspecto poco amigable, y con una serie de incógnitas aun sin desvelar.

-De modo que tú eres el famoso Kevin...

¿Se supone que aquello era una pregunta o una afirmación? Lo dijo de manera abstracta, así que no supe qué contestar, además pronto lo convirtió en retórica.

-Te imaginaba más... mmm no sé, más hombre -su conversación zanjó en una tremenda carcajada que terminó ahogada por un rugido del "beast".

Intenté vocalizar algún sonido, pero de repente me dí cuenta de que no podía. Hacía tiempo que no habría la boca, simplemente me había limitado a pensar, y mis labios estaban casi pegados. La falta de agua, unida a la deshidratación, hicieron, al desunir mis labios, que éstos se desgarraran entre sí, provocándome pequeñas heridas. Me aclaré la garganta e intenté decir algo:

-... -de mi boca lo único que salió fue el viento de mis pulmones.

Los soldados me miraron con cara de impaciencia, haciendo ademanes, como queriendo ayudarme a sacar las palabras.

-... -me aclaré de nuevo la garganta-. ¿Tenéis un cigarrillo?

Es evidente, que mi ironía no fue bien recibida.

-¡Cigarrillos! ¡No le damos cigarrillos a los desertores como tú! ¡Eres un renegado del sistema, buscado por la justicia, al que deberíamos haber eliminado hace ya mucho tiempo, si por mí fuera estarías ahora como tú traicionero amigo! ¡Ahora escucha! Te vamos a proponer una oferta, y de la respuesta que des dependerá tu vida! ¡¿Me entiendes, o tienes los oídos también entaponados?! -tragó saliva y prosiguió-. Así que limitate a escuchar y responder cuando se te diga. ¿Ok?

Me limité a decir que sí, con la cabeza.

-¡Escucha! Llevamos detrás de un montón de tiempo, ¡joder, mis hijos han crecido con tu búsqueda! Eres bueno. Pero lejos de tirarte más flores, quiero decirte algo más. Ya sabes como va éste mundo. Están los que tienen poder y los que simplemente mueren de asco. Tú te estas muriendo de asco. Te ofrecemos comida a cambio de, digamos, "tus habilidades"... Y bueno tus opciones son: Negarte y morir aquí, sin comer; o venir con nosotros y morir, a donde vamos, habiéndote llevado algo a la boca.

-¿No hay una tercera opción en la que no muera y coma? -un puño en el estómago fue la respuesta.

-Esta bien, ¿qué decides?

-Si al menos tuviera más detalles...

-Sólo los sabrás a su debido momento y depende de la opción que elijas.

-Elijo la muerte con comida...

-¡No me engañaron al decirme que eras un tipo inteligente! ¡Muchachos, maniatadlo y llevároslo!

Los "compadres" que acompañaban a nuestro "simpático" cabecilla, se acercaron a mí, rápidamente, con una cuerda y me ataron las manos con fuerza. Lo siguiente que hicieron fue cogerme por los pelos y sacarme del antro, a través del hueco que había dejado la astillada puerta. La luz quemó mis córneas cada vez más, a medida que íbamos subiendo unas sinuosa escaleras, carcomidas y húmedas. A continuación, cuando mi vista se acomodó, pude comprobar que el edificio que estaba encima del sótano, que nos había servido de escondite, había desaparecido, solo quedaban escombros por todos lados y algún que otro muro aun sin derruir. El poco aire que corría movía mi alborotado y manchado pelo. El olor a humo de fuego y la alta temperatura del ambiente, estremecía mis lágrimas y también mis mocos. El cielo no existía, solo se veía una cortina de nubes oscuras que de vez en cuando dejaban pasar los rayos de un intenso sol, que parecía más grande de lo normal. Y todo lo cubría una leve capa amarillenta, formada por la tierra, levantada por el viento.

Los soldados, nada más que hacían empujar, dirigiéndome intencionadamente, hacia una especie de sustituto, super moderno, de helicóptero, que hasta ahora no había visto nunca. Me montaron en él, bruscamente, y me taparon la cabeza con un saco que olía fuertemente a cebolla. Mmm..., aquel olor me trajo buenos recuerdos y me hizo la boca agua. ¿Sería una tortura para el hambriento? El caso es que en aquel instante me hubiera merendado el saco entero.

Poco sabía de mi destino, y muchas eran las incógnita por desvelar. Estaba empezando a echar de menos la compañía de John y sus eternas conversaciones. Ahora solo me venía el recuerdo de su traquea al aire y su cabeza voladora...

Pasaron minutos, pero parecían horas, solo escuchaba el ruido del motor, del aparato, y el olor a cebolla aun inundaba mis pensamientos. Conseguí llevarme a la boca, con mucho esfuerzo, lo que parecía una capa furtiva, de una cebolla, que antaño estuvo allí. O eso, o era un gusano que entre mis dientes estampó, el caso es que me sentí reconfortado por llevarme algo a la boca. Hacía semanas que no comía, días que no bebía. Mi estómago estaba ya tan estrecho, que ni un papel de fumar cabía. Y mi ano se había jubilado hacía ya meses, por quiebra.

Después de esa experiencia, oí como los motores se reducían, estábamos llegando a la meta. Poco a poco, el aparato fue aterrizando, y mi barriga experimentó esa sensación de caída en el vacío. Sentí el golpe de las ruedas del "tiesto", en el suelo y poco después el sonido de las puertas al abrir. Me bajaron de una patada y fui a parar al suelo, mordiéndome la lengua y saboreando mi propia sangre. Me levantaron de un tirón y me quitaron el saco, de la cabeza.

A continuación contemplé nuestra meta... no me lo podía creer... había vuelto a volver...

CONTINUARÁ

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