miércoles, 10 de septiembre de 2008

Historia incompleta #19 "Pelea de titanes"

Ya era hora de enfrentarse, cara a cara, con aquel hijo de puta.

Mark era un hombre robusto y cuadrado hasta el cerebro. Bastante alto, casi los dos metros, y caucásico. Era mayor que yo, rondaba casi los cincuenta años, sin embargo, debido a su entrenamiento diario, se mantenían en muy buena forma. Su rostro era recio, muy cuadriculado y muy masculino. Lucía una perilla incipiente, y varias cicatrices en las mejillas. Su boca era un horror, descuidada y maloliente, aun le sobrevivían algunos dientes sin picar. Sus ojos oscuros, denotaban experiencia, y su nariz fina y alargada le dotaban de cierto atractivo. Era hábil, listo y controlador. Bastante perfeccionista y muy tenaz. Todos los objetivos que se proponía los había cumplido sin excepción. Su peor error fue haberme enseñado, todo lo que sabía..., demasiado bien.

Yo era un tipo alto y delgado, pero forjado en un gimnasio y en la batalla. Aunque mi aspecto físico, en aquel instante era deprimente, me consideraba un hombre medianamente atractivo. Pelo corto y castaño, barba de tres días pelirroja, ojos pequeños y de color tostado, y cara de niño bueno, eran mis posesiones. Me consideraba valiente y decidido, sin embargo no actuaba sin motivo. Poseía casi todas las características de Mark, menos su falta de personalidad, manejable y moldeable.

Allí nos encontrábamos, con Alicia aun atada a la camilla y tirada en el suelo. Mark, sabía que yo era un hueso duro de roer, al igual que yo intuía que él no iba a ponerme las cosas fáciles.

Mark deambulaba cerca del cadáver del "beast", moviéndose lentamente de un lado para otro, calentando muñecas, y crujiendo el cuello. Yo, situado enfrente suya, observaba todos sus movimientos. Me quité la camiseta, rajada y sucia, que había llevado en todo momento, y dejando mi torso desnudo, extraje pequeñas tiras de ésta, liándomelas en las manos, posteriormente, cual vendas.

Pasaron varios minutos, y ninguno de los dos nos decidíamos a dar el primer paso.

-Podíamos haber evitado todo ésto, eras mi mejor pupilo... -dijo Mark, sin parar de menearse.

-Nos traicionaste, tuviste opción de decidir como yo, su poder te cegó.

-¡Me proporcionaron una mejor vida, estaba harto de tener que comer gusanos!

-Ya no sirven las escusas, lo hecho, hecho está..., ¡has demostrado ser una rata, con tus acciones!

-¡Voy a enseñarte una última cosa: cerrarte el pico!

Mark comenzó a gritar mientras se aproximaba a mí. Una lucha incontrolable dió inicio, entre dos titanes. Intenté esquivar sus ataques, moviéndome continuamente de un lado a otro. Sus puños pasaban, cortando el aire velozmente, cerca de mis orejas. Bloqueé varias patadas, que iban directas a mi rostro. Mark era imparable e incansable, no dejaba que le contraatacara en ningún instante.

Logró hacerme una zancadilla y tumbarme en el suelo. Rodé hacia la izquierda mientras él chocaba su puño contra el suelo. Me levanté haciendo una acrobacia en el aire, y cogí a Mark por la espalda. Le golpeé en las costillas y en todos los puntos débiles, del cuerpo humano, que iba encontrando. Pero me arreó una patada en las espinillas. Con un fuerte dolor, me retiré hacia atrás. Mark me lanzó un nuevo puntapié, ésta vez en la barbilla. Volví a besar el suelo. En ésta situación quiso atizarme, otra vez, pero ahora fuí yo quien le sacudió con la pierna. Le dí en todo el estómago, ésto me proporcionó el tiempo perfecto para volver a levantarme. Aproveché mi ventaja y le propiné varios puñetazos en la geta, y para terminar el combo, me propuse realizar una fuerte coz, con giro, pero fue aislada por las manos de Mark.

-¡Fui yo quien te enseñó, me conozco todos tus movimientos, Kevin, deberás sorprenderme! -dijo jadeante y con mi pierna aun entre sus manos.

Tiró de mi pata hacia él y luego hacia mí, haciendo que perdiera el equilibrio. Una vez yo en el suelo, intentó tirarse encima mía y clavarme el codo. Volteé por el pavimento para no recibir su topetazo. Me alcé y le di fuerte en la herida de bala que le hizo John, y que aun tenía en su pierna. Gritó de dolor al sentir mi pie retorciéndose en su herida. Sin embargo no se rindió. Alcanzó uno de aquellos martillos raros, que había por allí, y que se suponía que eran herramientas forenses; me pegó un fuerte golpe en el tobillo izquierdo... Eso evitó su dolencia.

Me apollé en una camilla, para recuperarme del dolor, y noté entre mis manos una nueva hacha. La cogí y me dispuse a utilizarla. Mark ahora se mostraba más cauto. Esquivó varios hachazos, que sin mucho éxito, rozaron su ropa. Intentó pegarme un puño, pero lo esquivé como pude. Y como a cámara lenta, observé su brazo retroceder. Fue cuando aproveché, en esa fracción de segundo, y con energía levanté en el aire el hacha. En un corte limpio, dejé sin mano izquierda a Mark.

Aagjgjgh! -gritó-. ¡Hijo de puta, me has cortado la mano!

-¡No me digas! -dije divertido.

Aaaah! -refunfuñó-. ¡No pensaba que tuviera que utilizarlo contigo, pero no tengo más remedio, aunque te quieran vivo, ya me da igual!

-¿¡De qué hablas!?

Mark me dedicó una sonrisa malvada, y se alejó un poco de mí. Comenzó a gritar más aun que cuando le corté la mano. Y encojiéndose un poco, empezó a temblar. Un ruido extraño surgió de su cuerpo, que se deformó. Cogió un color rojizo y ensangrentado, unas enormes venas azuladas, comenzaron a crecerle por todo el cuerpo. Su ropa se quebró. Sus pupilas desaparecieron, dejando unos ojos blancos como el marfil. Su músculos aumentaron aun más de tamaño y unas especies de tentáculos, jugosos, empezaron a salirle de la espalda. Su aspecto, ahora deforme, proyectó una gran sombra sobre mí.

Mark se había convertido en un monstruo.

Continuará...

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