viernes, 5 de septiembre de 2008

Historia incompleta #14 Rescate (primera parte)

Ahora mi prioridad era rescatar a Alicia.

El ascensor seguía bajando, mi mirada estaba fija en los numeritos, de las plantas, que cambiaban cada vez a un número menor, y mi mente estaba absorta en la imágen del lindo rostro de Alicia. De pronto, nuevos recuerdos surgieron de la nada. Había tenido, desde que me alcanzaba la memoria, ésta pequeña anomalía, recordar cosas que ya me habían pasado, así de repente, pero únicamente me pasaba cuando dormía. Últimamente ésto estaba empeorando y ya era preocupante, pues estaba teniendo el problema despierto y muy continuamente. Ésta vez, además de sudar y sentir un ardor por dentro; un intenso dolor de cabeza se apoderó de mí. El dolor hizo que mis piernas se doblegarán, me llevé las manos a la cabeza -mientras estaba de rodillas en el suelo del ascensor-, como tratando de contener el dolor.

Dislumbré, a través del intenso dolor, imágenes de Alicia y yo, la noche que dormimos juntos, en aquellas rocas.

>>"-Eres preciosa."
"-¡Je, je! Vas ha hacer que me sonrroje."

Las imágenes ahora pasaban más rápido de lo normal...

>>"-¿A dónde iremos ahora?"
"-Alicia, somos los únicos sobrevivientes de esa matanza, yo al haberme negado, ya no les sirvo; así pues estarán peinando todo la zona para matarnos. Lo mejor es separarse y..."
"-Ni pensarlo, Kevin, no pienso separarme de ti..."
"-Te ocultaré, nadie podrá encontrarte..."

Lo siguiente que vi fue como, aprovechando que Alicia dormía, la cogía en brazos y la trasladaba a unas ruinas... Luego volví al presente.

Me encontraba totalmente tumbado en el suelo del ascensor, que ya había llegado a la planta solicitada, por lo tanto tenía las puertas abiertas. Me incorporé como pude, tratando de ignorar las imágenes y todo lo relacionado con los flash-back repentinos. Y rápidamente, arrastré un sillar caído del muro del pasillo, hacia el ascensor, colocándolo entre las puertas, para que el detector notara un obstáculo y no las cerrara, y así el ascensor quedara inmovilizado.

Salí, de nuevo, al pasillo (el mismo que había recorrido anteriormente, cuando salí del calabozo) e intenté buscar algo que me sirviera como arma. No había gran cosa, así que arranqué una de las tuberías que recorrían el techo, de un salto. Uno de los extremos, de la delgada tubería que arranqué, se quedó punzante, muy apropiado para atravesar carne.

Aligeré el paso, unos instantes después de comenzar ha adentrarme en el pasillo. Luego llegué a una bifurcación, y tuve que hacer un esfuerzo por recordar hacia qué dirección había que tirar. Justo en ese maldito instante, noté la presencia de alguien más, que se acercaba a paso ligero, por la izquierda. Era demasiado tarde para evitarlo y esconderse. Se trataba de un soldado, que me vio rápidamente, y corrió aun más hacia mí. Trató de desenfundar su rifle, situado en su espalda, pero yo, velozmente, corrí hacia él, y le di un estacazo en la mano incauta, que utilizó para alcanzar su arma. Luego y sin pausas, le di dos o tres golpes más, destrozando su casco en mil pedazos. Aun así, la especie de vestimenta que llevaba, parecía que le protegía de los golpes. El tipo, aprovechó una distracción mía, y me asestó un puño en la geta. Saboreé mi sangre, escupida al suelo más tarde, no sin antes recibir una patada en las costillas.

Yo ahora, yacía en el suelo, dolorido. El tipo, quiso darme otra patada, pero rodando la esquivé. Le hice una zancadilla y éste calló al suelo precipitadamente, con tan buena suerte, que quedó k. o. después de golpearse la cabeza (sin casco) en el húmedo muro del pasillo. Pero la situación no mejoró. Al levantar la vista de nuevo, vi al fondo del pasillo, otro guardia alertado por los golpes. Éste fue más rápido y se desenfundó el arma. Cuando quiso acribillar mi cuerpo, la tubería que me servía de arma, había atravesado su cabeza, después de haber sido lanzada con bastante fuerza y atino, desde mi posición. Cayó al suelo en un golpe sordo.

Recogí el rifle de asalto, del primer soldado abatido, y desandé mis pasos para tomar el camino de la derecha, ya que recordé que era por allí. Me topé, más tarde con otros dos soldados, que se atrincheraron detrás de varios sillares caídos de los muros, del pasillo. Yo me resguardé en una gran grieta que había en la pared. El suelo estaba lleno de insectos de todas clases, allí dentro, no tuve más remedio que pisarlos con los pies desnudos. Después disparé sin mirar, con la esperanza de alcanzar a alguno de los dos. Pero sus respectivos disparos, hacían naufragar cada nueva esperanza de muerte.

Ríndete hijo de puta! -gritó uno de los dos soldados, con un extraño y peculiar acento.

-¡Esta bien! ¡Me rindo, venid para acá y capturadme! -mentí.

-¡Ya claro! -ironizó.

Entonces saqué la cabeza y el rifle, apunté a una de sus cabezas y disparé. Me deshice de uno de ellos al instante.

AAAAAGGH! -gritó el otro, mientras disparaba a diestro y siniestro.

Fue, cuando tuvo que recargar el arma, cuando aproveché y salí de mi escondite. Corrí todo lo que pude hacia él y lo maté con dos o tres disparos. Después les mangué los cargadores de sus armas, y continué por el pasillo. Giré, a continuación, por la izquierda, en otro cruce hasta que comencé ha encontrarme con puertas, parecidas a la del calabozo en el que había estado con Alicia. Me deshice de otro soldado, ésta vez disparándole primero en la pierna derecha y luego en el pecho. Luego fui abriendo las puertas una a una, con la esperanza de encontrarla lo antes posible. Pero no calló esa breva... Insistí con varias puertas más, pero no encontré a nadie dentro.

En la última puerta, después de abrirla, me adentré dentro. Observé en la oscuridad algo que brillaba. Me acerqué al objeto que yacía en el suelo, inmóvil. Lo cogí y descubrí, con el corazón acelerado, que era el collar de plata, que Alicia siempre había lucido.

Apreté el collar entre mis dedos, y los dientes en mi boca. Sulfuré en silencio y expiré aire de mis pulmones. Luego, con la mente divagando en cientos de distintas situaciones posibles, que podían responder a la pregunta "¿qué le había pasado?", salí de la habitación aquella.

Al salir una voz muy familiar me llamó la atención, desde el final del pasillo.

Ey, Kevin! ¿La quieres? ¡Ven a buscarla!

Continuará...

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