jueves, 4 de septiembre de 2008

Historia incompleta #13 "Sala científica"

Al fin había llegado el momento de descubrir, que coño se traían entre manos conmigo.

Me despedí de Alicia, con otro beso, y me dirigí hacia la puerta del calabozo. Luego sentí que mis tripas eran aplastadas hacia dentro, provocándome un corte de respiración; y un dolor muy intenso. El soldado, que estaba en la puerta, me redujo con un culatazo de su rifle de asalto. Aprovechó la situación y me puso unas esposas en las muñecas.

-¡Levanta! -me ordenó.

Con mucho esfuerzo, y con el dolor de estómago aun, me puse en pie como pude. Más tarde, íbamos caminando por un estrecho pasillo, lleno de tuberías, que transportaban oxígeno a las plantas superiores; y nuevamente, lleno de humedad, incluso charcos de agua por el suelo. Era lo único que le faltaba a mis demacrados pies desnudos, mojarse en una fría agua. El pasillo estaba muy descuidado, y en algunas partes no estaba ni lucido por lo que se veían enormes sillares, que componían unos robustos muros. Para completar el panorama, había telarañas y pequeños insectos, correteando "pa' rriba " y "pa' bajo".

Cruzamos varios pasillos parecidos, hasta que llegamos a un ascensor. El soldado me empujó para que entrara, cuando las puertas yacían abiertas. Luego entró él y pulsó el botón de la novena planta. Por lo visto, estábamos en los sótanos de unas grandes instalaciones.

El ascensor paró y se abrieron las puertas. Había dos soldados más esperando fuera. Era una sala enorme, con un montón de materiales y maquinaria científica. Por lo tanto estaba llena de gente que por sus vestimentas -batas blancas y demás-, sin duda eran científicos, los cuales trabajaban sin parar. Avanzamos por la sala y observé a un tipo, vestido de negro, al final, que sin titubeo nos esperaba.

-Rápido, sentarlo ahí -indicó una silla, parecida a la de los dentistas, que estaba a su derecha.

Me quitaron las esposas, al sentarme, pero sin embargo, rápidamente me pusieron otras que traía incorporada la silla. Quedé, nuevamente, inmovilizado en una puta silla. Los soldados se alejaron y el tipo de negro me dio la espalda. Su cara denotaba nerviosismo, tenía una expresión de indiferencia que le servía como tapadera para ocultar sus nervios. Poseía una edad avanzada, que delataban sus precoces arrugas. Una nariz griega, pequeña, acompañaban a unos ojos achinados, marrones, que no dejaban de parpadear. La silueta de su cara era bastante aguzada y su labio inferior contenía pelo de barba, sin afeitar.

El tipo daba la impresión, de que era la primera vez que iba ha hacer lo que fuera ha hacerme. Estaba preparando los materiales y demás, y varios de ellos cayeron al suelo, más de una vez, debido a la torpeza de aquel tipo.

-¡Bien! -dijo una vez terminó de moverse-. Comenzaré...

-¡Eh! Espere amigo, me prometieron respuestas, cuando accedí a venir aquí a morir...

-Pues yo no sé nada, yo solo... -el tipo miró a los soldados de reojo y volvió a mirarme a mí-, ... yo solo cumplo órdenes.

Entonces comprendí.

-Entiendo -le hice un ademán con la cabeza, para que se acercara más a mí, le tuve que insistir, pero al final lo hizo-. Amigo, disimula -esta vez los dos miramos a los soldados que se encontraban al otro lado de la sala-, sé que está aquí obligado y que su vida pende de un hilo, si me suelta las manos lo sacaré de aquí... -le susurré.

-Y-yo... n-n-no soy un -héroe -tartamudeó.

Ssh! Tranquilo. Oiga haga lo que le digo y le juro que no le pasará nada.

El tipo alejó su rostro nuevamente, del mío, y parecía que se puso a pensar en la proposición. Se dio la vuelta y se acercó a los materiales que había preparado. Yo me resigné, el tipo estaba demasiado asustado como para ayudarme. Vaciló varias veces, desenvolvió una tela verde aterciopelada, y al final se volvió ha acercar a mí, con una jeringuilla, con un líquido verde, en su interior. Comenzó ha acercar sus manos, con la inyección, a mis ser, y por un momento pensé en que me la iba a clavar, pero no fue así.

-¡Tome, contiene un potente veneno! -me dio la inyección mientras me desataba-. Si quiere salir de aquí, tendrá que ponérmela en el cuello..., no permitirán que me mate, les soy aun valioso.

Comencé a comprender el plan de aquel tipo. Rápidamente lo cogí y le puse la inyección en el cuello.

-Tranquilo, no le pasará nada... -miré a los soldados que se alarmaron, rápidamente, al igual que todo el personal científico de la sala. Éstos últimos se escondieron detrás del mobiliario de la sala-. ¡Dejadme salir o mato al viejo! -amenacé.

Comenzamos, el tipo de negro y yo, a caminar hacia el ascensor. Los soldados sacaron sus armas y nos apuntaron. La situación se puso bastante tensa, el tipo comenzó a sudar, mientras yo le mantenía la jeringuilla en el cuello. Pero cuando estábamos llegando a la puerta del ascensor, un soldado se interpuso en nuestro camino. Luego comenzó a disparar, agujereando todo el cuerpo de aquel pobre hombre. Yo oculto, detrás, lo utilicé como escudo, al ver que ya no tenía vida, pues los demás soldados imitaron, y dispararon sin cesar.

Rápidamente, tiré al suelo el cadáver del viejo, y con la inyección aun en la mano, me tiré al suelo, resbalando por él, dirección puerta del ascensor. Pasé entre las dos piernas del soldado, que se había interpuesto en mi camino, no sin antes descargar el contenido de la jeringuilla, brutalmente clavada, en una de sus piernas. El soldado murió al instante con el veneno. Me volví a impulsar, en el cuerpo del soldado, y nuevamente, resbalé por el suelo deslizante, mientras las balas pasaban por mi alrededor. Me levanté y pulsé el botón del ascensor, éstas, al estar el ascensor en el piso, se abrieron rápidamente. Me oculté de las balas dentro y pulsé cualquier botón de los que allí había. Las puertas se cerraron, conteniendo varias balas, y el ascensor comenzó a descender.

Ahora mi prioridad era rescatar a Alicia.

Continuará...

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